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Mañana empiezo. Pasado. La semana que viene. Dentro de un mes. En un año. En una década. O quizás en otra vida. Así es como postergás tus sueños por creencias limitantes. Por sentir que aún no estás pronto. ¿Sabés cuál es la ironía? Que nunca estarás pronto

Siempre vas a tener algún bache. Algo que te cuesta más que a la persona promedio. Una carencia o debilidad. Y es normal si empezás algo nuevo. ¿Cómo vas a ser excelente desde el comienzo? Es algo irracional.

Sin embargo, tenías la presión de hacer todo bien. Ya fuera por los comentarios de tu círculo social o por tus propias expectativas. Si vas a enfrentarte al dragón, precisás una armadura, ¿no? Libros, vídeos, cursos. El problema es que seguís en tu aldea y el dragón está a 1000 km.

Pero toda esa preparación tuvo un propósito. Darte las herramientas necesarias para afrontar la incertidumbre. No es lo mismo comenzar un proyecto sin una base que leer mucho antes. El conocimiento siempre te da una ventaja competitiva.

Los proyectos también, más allá de su resultado. Te regalan aprendizajes prácticos. ¿Escribiste un año en redes sociales y nadie te leyó? Mejoraste tus habilidades de comunicación. ¿Publicaste música que todos ignoraron? Aprendiste a componer. Siempre ganás algo.

El fracaso suele ser el prólogo del éxito. Cada error te acerca más a tu meta. Te volvés más fuerte, más sabio y sabés qué camino tomar. Como un boxeador que pierde 50 peleas antes de ganar el campeonato.

Ahora que fallaste tantas veces, estás pronto para luchar. Así que subite al ring y no tengas miedo. Estás lleno de dudas, pero también lo estarías si tuvieras 20 posgrados. Como dice el refrán: “El mejor momento para empezar fue ayer. El segundo mejor momento es hoy”.